¿ASÍ está BIEN?

06.02.2020

Esta mañana... estaba con mucho entusiasmo por la vida. Por volver a tener un día más para trabajar, para poder dar un paso más hacia mis sueños, para crear algo nuevo. Hoy me apetecía el contacto humano. Y por esto empecé a mirar a la gente con la que estaba en el metro viajando.

Por unos minutos la vida nos ha juntado, nos ha dado la oportunidad de conectarse, aunque sea por una sonrisa, intercambiando dos palabras amables y educadas o mostrar un signo de generosidad. Pero la triste realidad es que estamos más desconectados que nunca en la historia.

Nos aislamos de todos que nos rodean, y a la vez nos duele estar aislados. Tememos que al final nos quedamos solos en la vida, y al mismo tiempo nos encerramos de relacionarse con los demás. Hacemos todo lo posible para levantar nuestras barreras por completo a nuestro alrededor.

Miré a mi alrededor. De 15 personas 13 llevaban puestos cascos o auriculares. De 15 personas 14 tiene las miradas fijadas en su pantalla del móvil. El mensaje es universal: "No me interesa lo que pasa alrededor." De 15 personas 10 combinaron las dos formas de encerrarse por completo. Sé que generalizar es peligroso. Pero si nos fijamos día a día, pocas diferencias podremos notar.

Nos limitamos a un mundo completamente artificial, a la mayor ilusión que jamás hemos experimentado: "la realidad virtual". Hemos creado una dependencia tan profunda, que ya no sabemos estar en el mundo.

Ya no entendemos el valor del contacto visual, nos incomoda. No conocemos la sonrisa desinteresada, inmediatamente tenemos sospechas si alguien así nos acerca. Damos por hecho que el signo de interés es igual a intenciones ocultas, a que quieren aprovecharse de nosotros. Y al mismo tiempo, en silencio, en el fondo de nuestra alma, anhelamos la conexión y el calor humano.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

¿Por qué nos aislamos, y a la vez sufrimos por el aislamiento? ¿Por qué nos encerramos de todo el mundo, y a la vez nos duele quedarnos solos? ¿Por qué no sabemos estar solos? ¿Por qué nos incomoda el silencio tanto que solo con ruido a fondo podemos estar? ¿Por qué confundimos la vida con sus constantes distracciones?

Hoy he descubierto, que sin auriculares, sin el móvil en la mano, con una cara sonriente y con levantar la mirada mirando hacia arriba en vez de clavarla al suelo, yo soy la rara. Las miradas te preguntan: "Oye, ¿Estás bien?" Triste, lo que hoy la mayoría considera 'estar bien...'

Si ser rar@ significa vivir con alegría, agradecer y disfrutar de las cosas pequeñas que nos regala la vida - como el primer rayo del sol por, la frescura de la mañana, una buena taza de té tomándola sol@ y en silencio -, actuar con entusiasmo, perseguir sueños y relacionarse con el entorno con cariño, buscar lo que nos une y no lo que nos separa... Si la rareza es una sonrisa en el rostro porque sí, si es fuego interior que calma y aclara las tormentas, si es arma para afrontar y pasar por las pruebas de la vida, si es llama que ilumina un camino por el que uno se encuentra con semejantes idealistas, semejantes "raros"... mil y mil veces prefiero ser rara. :-)

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